En colaboración con Vinnculo Tinto, creamos una experiencia que unió dos universos profundamente sensoriales: el vino y la perfumería. A través de una cata olfativa guiada, los asistentes exploraron etiquetas 100% mexicanas —de Querétaro, Baja California y Coahuila— acompañadas por una curaduría de materias primas aromáticas que ampliaron, profundizaron y resignificaron cada vino.

Lejos de ser una cata convencional, esta experiencia fue un ejercicio de conexión con el sentido del olfato: un recorrido por familias olfativas, notas varietales, maridajes aromáticos y ejercicios de lenguaje. Cada set de aromas tenía una función distinta:

Anticipar y reconocer notas clave presentes en cada vino.

Maridar olfativamente para enriquecer la experiencia gustativa.

Desmitificar descriptores clásicos o introducir nuevas formas de nombrar lo que se huele y se siente.

Desde el frescor verde del gálbano en un Sauvignon Blanc queretano, hasta el perfume terroso de un Syrah bajacaliforniano acompañado de nagarmotha y porcini, cada vino fue abordado desde una narrativa sensorial distinta.

Los participantes entrenaron su nariz con ingredientes de alta especialidad —como rosas de diferentes orígenes, maderas nobles, especias y absolutos florales—, profundizando su capacidad de percibir, identificar y describir los matices de cada copa.

Más que una cata, fue una invitación a oler distinto, nombrar con precisión y redescubrir el vino mexicano desde la raíz aromática de sus paisajes.